viernes, 12 de abril de 2019

HISTORIAS DE COLMENA TRAZIOR "NEGOCIOS TURBIOS" (INTERLUDIO)

Fecha estelar 20191204  Beta-Thau

Gregor llevaba corriendo desde hacía horas. El pecho le ardía, sentía calambres en las piernas y una sensación de hormigueo mareante en su nuca.

Sus caras sedas importadas ahora eran harapos, tras haberse precipitado durante su huida en pozos ciegos, cubiertas de rasgones al engancharse en los afilados bordes de los conductos por los que se había arrastrado.

Por fín, con un jadeo entrecortado, al borde del paroxismo y el fallo muscular, se detuvo, y se lanzó cuerpo a tierra, tras un montón de escombros férricos. Las piernas le escocían, con tiernas y brillantes ampollas por haber vadeado el lago tóxico, y parte de su calzado aún humeaba por la acción de los corrosivos ácidos diluidos en el líquido.

Se detuvo y trató de normalizar su respiración, acompasar sus latidos. Esos bastardos....malditos bárbaros ultramundanos hijos de mil perras mutantes... ¡No era culpa suya! ¿como podía saber él que había una infestación alienígena en la espira Nautilus?, él había jugado limpio. Recordó con ansiedad los acontecimientos que le habían llevado hasta el agujero infecto donde se escondía.



Gregor estaba en su abrevadero preferido, consumiendo una medida de joyliq, un caro licor importado de fuera del planeta, y manoseando con avidez a una exhuberante prostituta bio-esculpida. Nada de basura de submundo para Gregor, él era un agente del gremio (en prácticas, si, pero agente), a punto de culminar un jugoso negocio y hacerse un nombre, así que había tirado la casa por la ventana y decidido darse un homenaje. Solo lo mejor de lo mejor. El ciclo nocturno estaba avanzado, y estaba pensando en retirarse a disfrutar de su compra cuando vió entrar al jefe de los bárbaros en el burdel. El hombre era muy grande, pensó Gregor, alto y musculado, con ese tono de piel tostado bajo los soles binarios de su mundo alienígena, vestido con su abigarrado uniforme de faena verde y naranja, exhibiendo sus tribales pinturas de guerra blanca sobre los ojos y esa cresta de pelo decolorado con ácidos. Llevaba colgada del cinto una amenazadora espada sierra, de aspecto militar, y una funda donde guardaba una pesada pistola bolter, que alimentaba con la canana de proyectiles que exhibía cruzada sobre el pecho, como si fuera la banda nobiliaria de un adepto del Administratum.

Moreno, (Gregor recordó que así se hacía llamar el bárbaro), se sentó pesadamente en la misma mesa que él, de un manotazo le arrebató la botella de joyliq, y sin dejar de mirarle fríamente, se la bebió a largos tragos antes de que Gregor pudiera protestar. Después, con la botella aún en la mano, habló con su rasposo acento:

-¿Estás celebrando algo, rátido?.

Algo molesto, y quizás con cierto valor infundido por el alcohol, Gregor contestó:

-Supongo que celebro el éxito de nuestro trato, entiendo que tú y tu lamentable banda conseguisteis el Spook, ¿no es así?. -Con un nervioso gesto, Gregor indicó a los matones del local que se acercaran y rodearan a Moreno, como precaución-.

Moreno miró en derredor suyo y vió a los dos matones de poca monta que le flanqueaban tratando de parecer amenazadores. Con una sonrisa cínica, y sin dejar de mirar a Gregor, dijo:

-Todo salió bien, rátido. Fuimos allí, conseguimos la droga, que estaba donde dijiste, solo se te olvidó un detalle, como mencionar que el puto almacén estaba abarrotado de jodidos Genestealers...

Gregor palideció visiblemente, hizo un gesto con el mentón a uno de los matones, y este le puso la mano en el hombro a Moreno. Justo cuando el tipo iba a abrir la boca, Moreno se movió como una exhalación, y en rápida sucesión, golpeó primero con la botella contra la cara del matón que tenía la mano sobre su hombro, partiéndole la nariz y los dientes, y acabó el movimiento apuñalando con los afilados fragmentos de la botella rota el estómago del otro esbirro. Mientras los dos hombres sangraban profusamente y gemían como condenados, se levantó lentamente, señaló a Gregor y dijo:

-Corre a esconderte, rátido. Te concedo como ventaja el tiempo que tarde en mandar a estos dos retrasados hijos de gusano al infierno. Subrayó sus palabras sacando ominosamente de su funda la brutal pistola bolter, y cargándola con parsimonia.

Y Gregor corrió. Gritos suplicando piedad y atronadores disparos de bolter le acompañaron en su huída.

Ahora pensaba que tal vez hubiera sido mejor no salir corriendo. Los Cyclo boys habían jugado con él, durante horas, rodeandole y zarándeándole, jugando al gato y el ratón, acorralándole como a un animal. Como a un rátido.

Pero los había despistado, ¿verdad?, cuando vadeó la ciénaga corrosiva debieron perderle la pista, sin duda. Se las arreglaría para volver a su gremio, hablaría con sus superiores, pediría un préstamo y alquilaría una banda de mercenarios, ¡no, de Arbites!, estaba dispuesto a arruinarse para echarles encima un condenado capítulo de marines espaciales si hacía falta. Pero los vería muertos. Ya verían, no sabían con quien se habían topado, esos bárbaros repugnantes.

La muerte le sobrevino de forma repentina, cuando el núcleo de deuterio del proyectil le atravesó el esternón penetrando profundamente, y el sistema de reacción por masa de la carga explosiva detonó en su interior, convirtiendo su caja torácica en un amasijo de vísceras reventadas y huesos partidos. Mientras sus oídos captaban el atronador sonido del disparo que le había matado, tuvo tiempo de ver como los restos de sus intestinos iban resbalando pesadamente de la pared que había detrás de él, donde la explosión los había estampado. No tuvo tiempo de decir nada.



Moreno se acercó al cadáver del tipo, lo miró con disgusto, y decidió que era un buen momento para vaciar su vejiga sobre la inerte cara del rátido. Después de todo, el mierdecilla se merecía una lápida. Cuando terminó su labor, sus hombres llegaron al sitio, intercambiando entre risas y protestas chips de crédito mientras se cobraban las apuestas sobre quién iba a ser el que cazara al tipo. Abrieron una botella de "segundo mejor", y se fueron cantando canciones sobre desiertos, orkos, guerras y burdeles. El mensaje había sido entregado "Nadie jode a los Cyclo Boys".

Pensamiento del día: -"Huye el malvado, aunque nadie le persiga"-




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